TAL
DÍA COMO HOY MURIÓ STALIN (5 DE MARZO DE 1953)
LOS
MÉDICOS EN DICTADURA
(Notas
de Archipiélago Gulag)
Edgardo
Malaspina
1
Algunos
médicos debieron traicionar, contra su voluntad, el Juramento Hipocrático para
preservar su vida durante la dictadura marxista-stalinista.
Los
médicos en ocasiones hacían las veces de policías. Lidia Bogdanovich en su
libro “Notas de una psiquiatra” refiere el caso de una paciente que la visita
para plantearle sus angustias porque sospecha que su esposo le es infiel. La sospecha
se fundamentan en las salidas nocturnas de su conyugue. Bogdanovich toma nota,
investiga y se presenta con los gendarmes a la casa de su paciente y le
explica: “Todo resultó peor, tu esposo no te traiciona a ti, sino a la patria”.
Por eso Solzhenitsyn dice que muchos rusos se alegraban si la
esposa los traicionaba porque no pasaba nada: peor es si la traición es a la
patria.
2
En
los campos de concentración se presentaban en la mañana el comisario y gritaba:
¿Hay muertos? Los presos muchas veces callaban aunque todos los días había
muertos. Callaban para repartirse la miserable ración de comida que le correspondía al fallecido y sólo
informaban del deceso cuando el hedor era insoportable.
3
Para
constatar la muerte en el Gulag no se solicitaba la experticia de un médico: un
preso tomaba un martillo y golpeaba la cabeza o los dedos del otro preso, cuya
quietud lo hacía sospechosos de ser cadáver.
4
Un
opositor al régimen stalinista podía ser enviado a una cárcel o a un hospital
psiquiátrico con un diagnóstico médico frecuente: esquizofrenia.
5
Cito
textualmente un párrafo del capítulo V de la primera parte de Archipiélago
Gulag: “El médico de la prisión es el
mejor auxiliar del instructor y del verdugo. El apaleado abrirá los ojos en el
suelo y oirá la voz del médico: se puede más, el pulso es normal. Después de
cinco días de calabozo helado, el médico observa el cuerpo yerto y desnudo y
dirá: se puede más. Cuando matan a palos, firma el acta: muerte por cirrosis
del hígado, infarto. Le llaman urgentemente; hay un moribundo en la celda; él
no se da prisa. Al que se comporte de otra manera no lo mantendrán en nuestras
cárceles”.
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