ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.
UNERG.2010

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.
ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD.

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001
DERMATÓLOGOS.2001

PLACA DE RECONOCIMIENTO

PLACA DE RECONOCIMIENTO
X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

sábado, 25 de marzo de 2017

ROSTROS DE LA MEDICINA INTERNA VENEZOLANA

ROSTROS DE LA MEDICINA INTERNA  VENEZOLANA


Por: Edgardo Malaspina
1
La Medicina Interna, la especialidad integral de la salud, tiene en nuestro país destacados médicos  que la impulsaron, según lo recoge el libro “Rostros de la Medicina Interna Venezolana”. El Dr. Henrique Benaín Pinto llamaba a la Medicina Interna medicina antropológica y psicosomática y sugería a sus pupilos generar empatía con el paciente y  prepararse cada día científicamente. El mismo llevaba un libro, lápiz y papel para estudiar en cualquier oportunidad del día.
2
El Dr. Julio Peñalver decía: “La  Medicina Interna va más allá de ver, tocar y hablar con una persona: es entender y ver que está viva no porque le late el corazón sino porque tiene sentimientos, problemas y aspiraciones…”.
3
El Dr. Jorge Osorio Colmenares cree que la medicina debe ser en 90 % preventiva, y el resto curativa.
4
 El Dr. Luis Rafael Navarrete prefería atender a pocos pacientes para examinarlos lo mejor posible. Porque la Medicina Interna “es la más humana e integral de las disciplinas médicas”.
5
 El Dr. José Enrique López está convencido que la belleza de la Medicina Interna es hablar con el paciente.  “Vas preguntando todo; que tuvo, que tiene, que tiene su familia…porque como le digo a mis alumnos, el hombre es él  su circunstancia”. “Hay que fijarse en el comportamiento del paciente desde que abre la puerta para entrar en el consultorio”.
6
El Dr. José Játem Villa aseguraba   que la clave del diagnóstico correcto estaba en el tiempo empleado en examinar al paciente: “Es preferible ver a un paciente al día muy bien , que cinco mal examinados”.
7
 El Dr. Eloy Dávila Célis sostenía que el internista debía diagnosticar sólo con el interrogatorio y  examen físico del paciente. Los análisis de laboratorio sólo se requerían para salir de dudas o confirmar una hipótesis.
8
Para el Dr. Rafael Pérez Suzzarini el internista debe practicar la medicina humana, en  el sentido altruista del término. Calculaba que en un 65 % el diagnóstico se logra con el interrogatorio, 20 % con el examen físico y el 15 % restante con los exámenes de laboratorio.
9
 El Dr. Enrique  Barreto Coello compara al internista con un director de orquesta muy atento a todos los detalles que realizan los músicos y que debe actualizar constantemente sus conocimientos.
10
Para el Dr. Armando Chacón Medina la Medicina Interna es la que más ayuda al paciente, porque por lo general no tiene una sola enfermedad, entonces el internista debe estar en capacidad de tratar cualquier patología.
11
  La Dra. Lesbia de La Torre piensa que la Medicina Interna es la más verdadera de todas las medicinas. “Con una larga práctica se puede llegar a buen especialista”, dice.
12

Por último tenemos al Dr. Florencio Jiménez , para quien el internista ideal debe tener conocimientos enciclopédicos, incluso de  disciplinas no médicas .

viernes, 24 de marzo de 2017

EVOCACIÓN DE LA CIRUGÍA HOSPITALARIA

EVOCACIÓN DE LA CIRUGIA HOSPITALARIA

1

 Cirugía Hospitalaria la cursamos  en Hospital Nro 68 de Moscú. El fundador, Vasilio Ivanov, fue un viejo médico que participó en la segunda guerra mundial y luego publicó unos 17 tomos sobre “La Experiencia de la medicina soviética en la Gran Guerra Patria”.
2
“Enfermedades quirúrgicas”, del académico Petrovski, era el manual por el cual estudiamos la disciplina; y como en todas las demás cátedras nuestros profesores tenían sus propias publicaciones. Chibis se dedicaba a la cirugía del tracto digestivo; Lapkin , inventor de un instrumento para operar la válvula mitral, también le metía a la cirugía abdominal; Gerasimov era jefe de la sección de “Pus” y se ocupaba de la curación de heridas infectadas recurriendo a métodos ancestrales (miel, moscas esterilizadas, etc); Romashov tenía un diapasón amplio de actividades.
3
 Romashov era el más admirado cuando dirigía la cátedra en tiempos cuando cursamos la materia.  Alto, de buena presencia y muy amable, realizaba cualquier tipo de operación. Operaba desde un dedo hasta el corazón. Realizó la primera intervención  quirúrgica con circulación sanguínea artificial en la Unión Soviética y ha publicado más de 300 trabajos científicos.
4
Romashov tenía como tarea principal la cirugía cardiovascular, pero se dedicaba también a la cirugía en las enfermedades hematológicas. Estas investigaciones las desarrollaba con Andrei Vorobiov (se les veía siempre juntos),  presidente de la Sociedad de Medicina Interna de Moscú, médico del Kremlin , designado en 1986 para dirigir la asistencia de los afectados en el accidente de Chernobyl, y  más tarde   ministro de Salud Pública de Rusia.
 
5
Romashov, quien era decano (1973-1980) de la facultad cuando nosotros iniciamos nuestros estudios, cultivaba la medicina tradicional y aplicaba “el hambre médica” o ayuno para curar muchas enfermedades. El enfermo debe estar recluido en una clínica y poco a poco se le va recortando la alimentación hasta quedar consumiendo sólo líquidos. Romashov explica que este método ha sido utilizado desde la antigüedad y nombra a Sócrates y Cristo,  entre sus adeptos. Romashov, que también hace ejercicios físicos todos los días, dice que el hambre controlada es vida porque cura al organismo y da fuerza de voluntad.
6
En la medicina hay que imitar a la naturaleza, nos dijo una vez Fiodor Nikolaevich, e inmediatamente nos relató lo siguiente: una noche nos reunimos varios amigos para conversar y tomar vodka. Decidimos darle una ración de alcohol a un perrito que nos acompañaba para averiguar el mejor método de tratar la resaca. Al día siguiente le servimos al perrito comida y agua. El animal bebía sólo agua y rechazaba la comida. Nos quedó claro que luego de una ingesta de alcohol no hay que comer sino beber mucha agua. Hacer las dos cosas a la vez no es conveniente para nuestro metabolismo.
7
Entre los estudiantes circulaban anécdotas sobre Romashov y sus dietas. En una de ellas se decía que supuestamente se había desmayado en plena intervención quirúrgica. Al recobrar el conocimiento sus colegas le imprecaron por recurrir frecuentemente al ayuno; a lo que él respondió: la verdad es que desayuné y por eso me sentí mal.
8
Algunas curiosidades relacionadas con Romashov : estudió en Instituto de Medicina “Camarada Stalin”, al cual le cambiaron el nombre por el de Pirogov. Practica la iridología. Junto a Frolov escribió el libro “Vivir sin remedios”, con muchas ediciones, pero siempre agotado; y creó la Asociación de curanderos populares de Rusia.
9
Actualmente, con sus casi 90 años, es consejero de la universidad con su respectiva oficina. Cuando lo saludé, en el aniversario de la facultad, le pregunté si todavía practica el ayuno, y me contestó: “Eso es lo que  me mantiene en forma”.













jueves, 23 de marzo de 2017

MÉDICOS EN FUGA

Relatos del Absurdo | Médicos en fuga

Por Relatos del Absurdo Fecha: 22/03/2017
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El Estado forma gratuitamente a profesionales que prefieren marcharse del Venezuela no solo para buscar una mejor vida sino para escapar de la frustración de ver a sus pacientes sufrir o morir

Por  Valentina Oropeza para Relatos del Absurdo*

Mario camina ensimismado por un pasillo del hospital público donde estudia Neurocirugía en Caracas. Suda tanto que se detiene a limpiar los cristales de sus lentes cuando una mujer lo aborda para pedirle un informe médico. Sin levantar la mirada, el residente de 28 años de edad la escucha disparar una retahíla de explicaciones hasta que se distrae. Son las cinco de la tarde y acaba de pasar cuatro horas en quirófano. Rebusca en un bolsillo de la bata blanca y encuentra el almuerzo: una galleta de chocolate. Luce cansado y afligido ese miércoles de octubre de 2016. Uno de sus pacientes murió el día anterior. Camina, saluda, opera, pero no deja de pensar en eso.

Tenía 63 años de edad y falleció después de sufrir un accidente cerebrovascular hemorrágico. “Le dio porque no consiguió la pastilla para la hipertensión arterial. Cuando empezó a sentirse mal, no tuvo dinero para pagar un médico privado así que esperó seis meses por una cita con el especialista en el hospital. No se controló y ese fue el resultado”.

El médico, que prefiere mantener su identidad anónima para evitar represalias de sus superiores, ha repasado el caso varias veces, de memoria y en voz alta, y siempre llega a la misma conclusión: “Esa muerte se podía evitar”. El enfermo estaba caquéxico –había perdido mucho peso y vitalidad– y Mario suponía que moriría pronto. A pesar de ello, le propuso a los familiares hacer exámenes de control y lo posible para prolongar su vida. Los parientes le pidieron que desistiera y le dijeron que les salía “más barato” que falleciera; ya no tenían para comer, menos aún para procesar otros estudios que debían hacer en laboratorios privados porque el del hospital carecía de reactivos.

Extenuado por las condiciones en las que vive y trabaja, Mario comenzó a tramitar sus documentos para emigrar de Venezuela aunque le faltan tres años para culminar el posgrado. Se encuentra frustrado porque la falta de insumos en el hospital le impide salvar a sus pacientes, a quienes prescribe medicinas que no se consiguen en el país; está cansado de cobrar un salario que no alcanza para sobrevivir dignamente; se siente amenazado por los ataques de delincuentes que vulneran la seguridad de los centros de salud y de grupos afines al gobierno que agreden a los médicos cuando denuncian la gestión oficial.

Si cumple sus planes se unirá al contingente de médicos venezolanos que se han marchado del país por las mismas razones. Desde 2002 hasta agosto de 2016, emigraron aproximadamente 16.000 profesionales de acuerdo con los cálculos de la Federación Médica Venezolana. Todos se formaron en universidades públicas gratuitamente, una posibilidad excepcional en América Latina, donde la mayoría de las instituciones que ofrecen la carrera son privadas y cobran matrículas elevadas. La sanidad pública venezolana, sin embargo, se queda sin especialistas a falta de incentivos y planes que permitan retener a los médicos.

La primera opción de Mario es Chile: allí puede convalidar rápidamente el título profesional y recibir mejores ofertas de trabajo. La segunda, Colombia; la tercera, Panamá; y la cuarta, Ecuador.

En todos los destinos hay colegas venezolanos que facilitarán la integración al nuevo entorno si tiene que marcharse. Espera no sufrir en esos lugares la IMPOTENCIA que sintió con el paciente que murió por el accidente cerebrovascular o con otro caso que califica como “una vergüenza”. Fue el de un hombre que sangró cinco veces mientras esperaba cupo quirúrgico para reparar un aneurisma. “Eso es una pelota que aparece en un vaso importante del cerebro y se inflama hasta que se rompe y queda sangrando”. Como el hospital no tenía insumos para hacer arteriografías –radiografías de los vasos sanguíneos– no sabían dónde estaba la lesión. “La probabilidad de morir en un primer sangrado es de cincuenta por ciento. La segunda vez se incrementa a setenta por ciento. La tercera escala a noventa por ciento. El cuarto sangrado ya no está registrado en los libros. ¡Imagínate lo que aguantó!”.

El año pasado Mario confiaba en que se realizaría un referéndum revocatorio presidencial y que la situación comenzaría a cambiar. Pero una vez que el sistema judicial anuló la consulta, Mario aceleró sus planes de marcharse. La oposición ha denunciado que existe una crisis humanitaria – con 80 por ciento de escasez para productos médicos quirúrgicos en hospitales públicos-, pero el gobierno lo niega. El desabastecimiento se agravó desde que el petróleo, principal producto de exportación del país, se vende por debajo de 40 dólares por barril.



Cálculos gremiales indican que 16.000 doctores se han marchado de Venezuela en 15 años.



Los emigrados
Un sábado de mayo de 2009, en la madrugada, los acompañantes de un paciente que ingresó a la sala de urgencias del Hospital General de Lídice, al noroeste de Caracas, amenazaron con matar a doctores y enfermeros si no le salvaban la vida. La policía intervino, se desató una balacera, y diez efectivos fueron heridos. Días antes, un delincuente había ido a buscar a un médico para asesinarlo porque un “pana” murió mientras lo intubaban. Los residentes se fueron a huelga y el único que quedó en funciones fue el anestesiólogo e intensivista Moisés Peña.

El especialista estaba acostumbrado a trabajar en circunstancias críticas. Durante los dos años que cursó el posgrado de Terapia Intensiva no ganaba suficiente para pagar una habitación, así que vivió en el quinto piso del hospital, una práctica tolerada en algunos centros asistenciales pese a que no está oficialmente permitida. Su primer sueldo lo recibió diez meses después de iniciar los estudios, subsidiados por el Estado venezolano. Pero aquel tiroteo fue el detonante que lo llevó a tomar la decisión de mudarse a Chile.

Tras haber pasado meses lejos de su esposa y su hijo de seis años, espera reunirse con ellos pronto, con todos los documentos en regla para iniciar una nueva vida en familia. Devenga un sueldo de 3.500 dólares en un hospital de Viña del Mar, mientras sus colegas en Venezuela ganan entre 60 y 12 dólares, si se calcula a la tasa oficial más alta en el esquema cambiario o a la cotización en el mercado negro para inicios de 2017. “Nadie emigra por placer o por la pura experiencia, uno lo hace por necesidad. Me fui porque sentí que en Venezuela ya no podía vivir decentemente”, comenta Peña en videoconferencia durante un descanso de la guardia de domingo.

Oriundo de Maracaibo, una ciudad que vive a casi 30 grados centígrados todo el año, a Peña ya no le incomoda el invierno chileno ni la aprehensión que puede despertar por ser inmigrante a sus 45 años de edad.

“Piensan que les vamos a quitar los puestos de trabajo, pero si uno muestra educación y capacidad, te aceptan”. Sabe que su experiencia ayuda a cubrir la carencia de profesionales en el país suramericano, cuyo gobierno lanzó en octubre de 2015 la campaña “Chile necesita más médicos y especialistas: Incorpórate al Sistema Público de Salud”, y donde se requieren miles de dólares para graduarse como anestesiólogo o intensivista. Más aún obtener ambos títulos.

La migración masiva de médicos hacia países desarrollados es una tendencia global que compromete el recurso humano especializado de los países en desarrollo, advierte G. Richard Olds, presidente y director de la Universidad de Saint George en un artículo publicado en octubre por el portal del Foro Económico Mundial. Ubicado en Granada, una pequeña isla situada frente a Venezuela y que forma parte del Reino Unido, este centro de estudios ALBERGA una de las escuelas de Medicina más reconocidas del Caribe.

Pese a la masiva migración de médicos, las promesas oficiales anuncian que en 2019 habrá 60 mil médicos integrales comunitarios, formados bajo un diseño curricular inspirado en el modelo sanitario cubano, focalizados en tratamientos preventivos y comprometidos con una “medicina humanista para el servicio social humano”, en palabras del Presidente Nicolás Maduro.

Desde un pabellón de urgencias que opera sin aire acondicionado ni agua corriente cinco días a la semana, cuatro residentes comentan que cada médico que renuncia y emigra es una baja que no se reemplaza. Ello ha obligado a quienes se quedan a redoblar esfuerzos y replantear prioridades: los casos más graves primero. Los demás, cuando se pueda. Al menos dos de ellos están dispuestos a engavetar el estetoscopio para servir café en algún país donde puedan comprar un vehículo con sus ahorros o pasear a pie de noche, utopías cotidianas para quienes viven con una inflación de tres dígitos y casi 18 mil homicidios anuales según la Fiscalía.

Los médicos más experimentados temen que las especialidades en los hospitales públicos venezolanos queden desiertas con el paso del tiempo. “¿Quién me atenderá cuando me enferme?”, se pregunta desolado Daniel Sánchez, jefe del posgrado de Anestesia en el Hospital Vargas de Caracas, al ver que cada año se postulan menos médicos para proseguir la carrera.

Oncología Médica, Anatomía Patológica, Oftalmología, Cirugía Cardiovascular, Cirugía de Tórax o Dermatología son algunos de los posgrados que ya no tienen alumnos en el primero o segundo año, contaron residentes y jefes de servicios de cuatro hospitales públicos en Caracas.

Convencido de que si habla con nombre y apellido lo expulsan del posgrado, este estudiante de Traumatología de 28 años de edad no quiere emigrar pero tampoco ve mejor opción. “El sueldo no alcanza para pagar el alquiler, el mercado y una entrada de cine al mes”. Con la primera quincena apenas cubre tres almuerzos en el cafetín del hospital. Con la segunda abastece la nevera para 15 días. Su madre paga el arrendamiento, los servicios y de vez en cuando le completa la gasolina, que vale menos de un centavo de dólar por litro.

Aunque el Estado costeó sus seis años de pregrado en una universidad pública, uno de rural, dos de internado, uno de residencia asistencial y ahora los tres de posgrado, no existe ninguna obligación legal que lo comprometa a retribuir esta inversión. El dilema de irse o quedarse es estrictamente moral: ¿quién se quedará para atender a sus pacientes?, ¿qué pensarán cuando sepan que se ha ido?



El compromiso con los pacientes es la fuerza que aún motiva a muchos médicos a permanecer en el país.

Frente a otros colegas que confiesan estar en la misma situación, este residente lamenta soñar con marcharse de Venezuela. “Sé que no hubiese podido estudiar esta carrera en otro país porque cuesta miles de dólares, pero ¿sabes qué da IMPOTENCIA? Que se te mueran cinco pacientes en los brazos porque no tienes recursos para atenderlos. Estoy a dos centavos de pedir en la calle”.

En 2016 su círculo de amistades se redujo a los colegas de faena diaria: una decena de excompañeros de clases se fueron a Chile, Brasil, Ecuador, México, Canadá, Estados Unidos, España y Australia, unos con especializaciones completas, otros apenas con el título de Medicina y sin haber cumplido la pasantía rural para ejercer legalmente en Venezuela.

Reconoce avergonzado que no tiene novia porque no podría “ni invitarle un helado”, y saca el teléfono móvil de la bata blanca para mostrar un chat que respalda su razonamiento: “Una de mis mejores amigas se acaba de ir y va a ganar 900 euros como camarera. Apenas necesita 350 para vivir.

¿Cuándo voy a ganar eso si me quedo aquí?”. Aunque no dispone de guantes, yeso, gasas, antisépticos, alcohol e hilos de sutura, está decidido a culminar la especialidad en Traumatología. “Por lo menos tenemos vendas, con eso resolvemos”, dice justo antes de pedir que desalojen el área para ocuparse de un herido de bala que acaba de llegar.

A finales de noviembre de 2016, la detención del ginecólogo Gonzalo Müller prendió las alarmas del gremio. El jefe de Ginecología y Obstetricia del Hospital Los Magallanes de Catia, al oeste de Caracas, fue capturado por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional tras recibir 40 cajas de insumos entregados por Lilian Tintori, esposa del opositor preso Leopoldo López.

Aunque el especialista fue liberado tres días después sin cargos judiciales, sus colegas escarmentaron en cabeza ajena. Algunos reconocen que buscan donaciones para los centros asistenciales donde trabajan, pero ahora lo hacen a escondidas y en silencio.

Otra residente matiza que los robos, secuestros y homicidios, encabezan su lista de razones para marcharse. Apenas termine la especialización se mudará a Nueva Zelanda, donde no le exigen revalidar sus títulos y tendrá que ejercer en inglés. Ganará unos 200 mil dólares al año, según sus pesquisas preliminares. “Estoy cansada de recibir insultos, golpes y todas las vejaciones que te pueda decir un familiar llevado por la ira cuando no puedes atender al paciente porque no tienes insumos”.


“Al menos no te ha llegado nadie con una granada en el pantalón, como le pasó a los colegas del Hospital Pérez Carreño”, ataja un médico que ya ha abierto tres gavetas de un estante en busca de gasas. Abatida, la doctora suspira: “No veo la hora de irme de Venezuela”

martes, 14 de marzo de 2017

EVOCACIÓN DE LA CIRUGÍA: GENERAL Y FACULTATIVA

EVOCACCIÓN DE LA CIRUGÍA: GENERAL Y FACULTATIVA
1
Vladimir Vladimirovich Vinogradov organizó ambas cátedras (estaban unidas al principio)  en 1963, las cuales funcionan en el Hospital 64 en la calle Vavílov. Nuestro profesor de Cirugía General fue Andrei Vasilevski, un hombre muy servicial, bonachón y de pelo blanco, cuyas clases   parecían más bien  una tertulia entre amigos. Con él aprendimos los conceptos más elementales de la cirugía y tuvimos las primeras prácticas de sutura.
2
La Cirugía General la estudiamos con el manual del académico Struchkov; no obstante, casi todos los temas del programa (especialmente de la cirugía facultativa) lo revisábamos en los libros  y folletos escritos por nuestros profesores: Apendicitis (Vinogradov y Pautkin), Elementos de Técnicas Médicas (Pautkin), Hemorragias (Vinogradov y Vasilevski), Métodos especiales para el estudios de las vías biliares (Lapkin y Pautkin), Cirugía en las lesiones de las vías biliares (Vinogradov, Vishnieski y Pautkin), etc.
3
Vasilevski respondía a casi todas nuestras interrogante con una especie de refrán: “Sucede hasta lo que no sucede” (бывает то чего не бывает).Pautkin solía decir una frase redundante: “El problema de la enseñanza de la Cirugía radica en que los estudiantes son muchos y el profesor es uno solo”.
4
El personaje principal de estas cátedras de cirugía fue y lo sigue siendo, aún después de muerto, Vladimir Vladimirovich Vinogradov (1920-1986). Su forma de ser era una combinación de contradicciones anímicas: soberbio y bondadoso, burlón y comprensivo, locuaz y silencioso, etc.
5
Vinogradov representaba más edad de la que cargaba sobre sus hombros: apenas tenía sesenta años cuando fue nuestro profesor, pero parecía un anciano, aspecto que acentuaba, aún más,  una ligera joroba. Tras su  carácter huraño y reservado estaba encerrada, probablemente, con todas las consecuencias y huellas morales del caso, una parte de la historia de las represiones estalinistas: su padre Vladimir Nikitich Vinogradov, un destacado internista, fue el último médico personal de Stalin, y fue arrestado y torturado salvajemente porque le dijo al dictador que era hipertenso y por eso debía descansar. Stalin, por supuesto, descifró ese diagnóstico como  parte de un complot mayor que involucraba a otros médicos, a Israel y a los EE UU.
6
Las sospechas y retaliaciones eran extensivas hasta los familiares de los indiciados. Así que nuestro Maestro Vinogradov también recibió algunas gotas de la bilis que le dieron al padre. De allí viene lo amargo de su talante.
7
En las clases magistrales Vinogradov criticaba duramente algún tratamiento quirúrgico descrito en los manuales  y  proponía su propio método, como el que inventó para tratar la pancreatitis aguda. A Vasilevski,  su colaborador, pero que parecía más bien su paje, le hacía observaciones el alta voz (por no decir con gritos) y lo llamaba “Andriusha” (Andresito). Este diminutivo, en ocasiones sonaba despectivamente; y en otras, con cariño.
8
Luego de una intervención quirúrgica, Vinogradov se retiraba a un rincón del pasillo y fumaba. Se iba al cafetín y se sentaba. Pedía una taza de café negro, sobre la cual vertía  licor de una botellita que cargaba siempre en un bolsillo de la bata. Nos miraba, esbozaba una sonrisa y en tono irónico decía: un “profiesor” tiene derecho a beber café con coñac.
9
Enfermó de cirrosis hepática con todas  sus etapas, incluyendo la hemorrágica;  y llegó a vivir en una sala del hospital de manera permanente. Era al mismo tiempo médico y paciente. Pero luego, con el avance de las complicaciones, abandonó sus quehaceres hipocráticos y docentes para convertirse solamente en un enfermo terminal.
10
Me correspondió rendir el examen estatal de Cirugía, precisamente, a Vinogradov. Señaló los retratos de los pioneros de la cirugía rusa. Por mis ojos desfilaron Pirogov, Sklifosovski, Vishnevski, Spasokukoshki, Burdenko y otros. Luego vino una especie de debate en el que claramente yo llevaba la peor parte. Al final dijo que cuando nos graduamos de médicos, tenemos muchos conocimientos pero poca práctica. “Vendrá la experiencia y todo se emparejará”. Al despedirme me sugirió que viajara hasta la última morada de Pirogov en Ucrania. Este  mandato lo cumplí cuando visité el museo del padre la cirugía rusa en Vinnitsa y pude ver su cuerpo embalsamado.
11
Vladimir Vladimirovich Vinogradov es considerado en la actualidad uno de los baluartes más  talentosos y brillantes en la historia de la cirugía rusa. En su memoria se realizan todos los años en nuestra universidad unas jornadas quirúrgicas que llevan su nombre (Виноградовские чтения).
12

Yo recuerdo a Vinogradov con un sentimiento ambiguo que se mueve entre la admiración y la tristeza.
















sábado, 11 de marzo de 2017

EVOCACIÓN DE LA PEDIATRÍA


EVOCACIÓN DE LA PEDIATRÍA

1

El fundador de la cátedra fue  la profesora Feoktista  Bogomolaba en 1965. La cátedra funcionaba y aún funciona el Hospital Infantil Morozovski (морозовская больница), construida por Morozov, un rico comerciante progresista, simpatizante de los revolucionarios rusos, a principios del siglo XX. Por mucho tiempo se le llamó simplemente Hospital Infantil Nro 1, pero la gente lo llamaba “Morozoski”, nombre que ahora es oficial.
2
Las clases magistrales era dictadas por Nikolai Tiurin, mientras que las prácticas estaban a cargo de Nadezhda Fiodorovna  Bationina , Natalia Andreivna Mazurina y otros docentes, en su mayoría, mujeres.
3
Todos los libros que usamos fueron escritos por nuestros profesores, excepto el de Enfermedades Infantiles Infecciosas, cuyo autor es Serguei Nosov, el cual era texto oficial para todas las instituciones médicas de la URSS. El libro fundamental era de Bogomoloba y Apolonova “Desarrollo  físico y psíquico del niño y la metodología para su estudio”. Con esta obra aprendimos   las peculiaridades anatomofisiológicas del niño, los pesos y tallas, según la edad ,etc. Tiurin escribió muchos libros, como autor único o en compañía de otros de nuestros profesores: sobre neonatología, alergias, asma bronquial, endocarditis bacteriana (con Alexandrova y Batiunina), enfermedades del colágeno, etc.
4
Con Tiurin hacíamos las revistas por las diferentes salas del hospital. Era alto, comedido, vestido de negro siempre. Caminaba despacio con un maletín negro, por supuesto. Hablaba como midiendo las palabras. Participó en la Segunda Guerra Mundial como todos nuestros maestros, pero fue el único de  ellos que acompañó al general Zhukov en el desfile de la Plaza Roja en 1945 para celebrar la victoria sobre los alemanes. Sus investigaciones tenían que ver con el asma en niños. Tenía un programa en televisión: Mamimnaia Shkola. Es decir, Escuela para madres. Cuando no lo veíamos en  clase, lo veíamos en casa, en la pantalla.
5
Nikolai Aleksievich Tiurin (1923-2005) nació en  el seno de una familia campesina.  En su infancia trabajó en un koljoz, sembró papas, pescaba y arriaba el ganado para ayudar a los suyos. Participó en la Segunda Guerra Mundial como enfermero, pero también como soldado. Estuvo en la Batalla de Stalingrado, el encuentro bélico más grande y sangriento de todos los tiempos. Participo en los combates de Kursk, Moldavia, Ucrania, Rumania y Hungría.
Obtuvo el título de médico en el Instituto Sechenov, publicó más de 300 trabajos científicos, varios manuales de la especialidad , fue presidente de la Sociedad de Pediatras de Moscú y dirigió la revista “Pediatría”, la cual circulaba en todo el territorio soviético. Fue nuestro decano entre 1981 y 1985.
6
Tiurin se consideraba seguidor de Filatov, el fundador de la pediatría rusa en el siglo XIX, y quien describió el  signo patognomónico del sarampión, conocido como  Manchas de Koplik, que algunos denominan “Koplik-Filatov”, pero que los rusos prefieren  llamar de “Filatov”, y a veces “Filatov-Koplik”.
7
Decía que la meta de un pediatra “es salvar a todos los niños, pero eso es un sueño imposible; sin embargo, debemos soñar con cosas imposibles para obtener resultados positivos”.
8
En las celebraciones del Dien Pobiedi (9 de mayo) Tiurin visitaba la Plaza Roja en compañía de otros veteranos de la guerra y recordaba el desfile triunfal con Zhukov en 1945. En esos días concedía entrevistas por radio y televisión y publicaba artículos sobre los tiempos bélicos que le correspondió vivir.
9
Tiurin , muy decente y muy amable, siempre estaba  dispuesto a escuchar y ayudar al prójimo. Una vez yo estaba trabajando en Siberia con las brigadas estudiantiles, y un buen día se nos  presentó como decano que era.
-¿Cómo están mis muchachos? Espero que muy bien. Les traje algunos regalos.
Inmediatamente extrajo cajas y bolsas repletas de golosinas. Luego sacó unos paquetes de cigarrillos, y dijo:
-Bueno, no deberían fumar, pero igual ustedes fuman, por eso les compré estos cigarros con filtros.
Los cigarros eran marca  Stolichni,  una delicia,  en aquel tiempo cuando éramos fumadores, en comparación con la “majorka siberiana”, un tabaco de baja calidad con el que hacíamos unos pitillos envolviéndolo en papel periódico. 
10
En el 2013 Tiurin hubiera cumplido 90 años, por eso el Instituto Sechenov, la Universidad Estatal de Lomonosov y nuestra Universidad Amistad de los Pueblos lo celebraron por todo lo alto con reuniones y publicaciones por el jubileo.  Se emitió un comunicado donde hablaban de Tiurin como un destacado médico y un gran maestro que ya formaba parte de la historia de la pediatría rusa. El mismo finaliza así:
“Agradecemos al destino porque tuvimos la suerte de haberlo conocido y estar al lado de esta persona valiente, extraordinariamente modesta y bondadosa. El cariño y el recuerdo hacia Nicolai Aleksievich Tiurin estará siempre en nuestros corazones”.
11

Nosotros, los que fuimos alumnos de Tiurin, también le agradecemos al destino…