LISANDRO
ALVARADO EN EL ESTADO GUÁRICO.
Edgardo Rafael Malaspina
Guerra
1
Lisandro Alvarado (El Tocuyo,
19 de septiembre de 1858), médico, filósofo, filólogo, lingüista, investigador
y escritor, al recibir su título
universitario inició su legendaria vida itinerante y recorrió a lomo de bestia el
país. En estos recorridos pasó por el Guárico.
2
Vivió en Zaraza de
1917 a 1920. El Dr. Alberto Rodríguez Morales(Fue miembro de la Sociedad
Venezolana de Historia de la Medicina) afirma que fue en Zaraza donde Alvarado
escribió parte de su importante obra, Glosario de Voces Indígenas.
3
De Armas Chitty en “Zaraza,
Biografía de un Pueblo” (pág. 112) dice: “En Zaraza se recuerda con fe la
presencia del Dr. Lisandro Alvarado, profesor del Colegio Federal de 1917 al
1920. Por los barrios, por los campos, a pie, la figura del sabio paseó su
humanidad de cobre. Aquí indagaba una palabra, allá recogía una planta, más
allá anotaba un hecho bélico. Por todas partes, como abstraído, fue este hombre
ejemplar. El Dr. Alvarado, durante la epidemia de gripe que azotó a Zaraza en
1918, puso sus conocimientos al servicio del pueblo, evitando que la muerte lo
diezmara.”
El Dr. José Francisco Torrealba en “Pequeños apuntes sobre algunas familias del oriente del Guárico y es especial de Zaraza”, se refiere a Lisandro Alvarado en una sección que denomina “Personajes distinguidos que han vivido en Zaraza” (pág.115). Torrealba expresa lo siguiente:“El sabio enciclopedista (Alvarado) vivió allí tres años. En una humilde casa, sobre una humilde mesa, se veían los cuadernos originales de “Los glosarios. Laboraba pacientemente los dibujos, que no aparecieron en la edición. Al Dr. Alvarado, con labor de sabio, le quedaba tiempo para ver enfermos. Allí el traductor de Lucrecio y Humboldt; allí el autor de la Historia de la Federación se sintió feliz. Allí el que escribe estas reseñas le pudo admirar muy de cerca. Pocos años después pudo correr a verlo envuelto en la tragedia, que comenzó con la hemorragia cerebral que liquidó para siempre aquella mente varias veces sabia. No he podido olvidar aquel día y aquel enorme diccionario greco-francés de Alexander. Todavía veo al Dr. Ascanio Rodríguez ir y venir; al poeta Arvelo Larriva, de brazos cruzados, y al Dr. Alfredo Jahn que hablaba con el enfermo sobre algo de matemática”.
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