CAPÍTULO VII
“Para ser buen médico, hay que pasar por la
vida estudiantil universitaria sintiendo y demostrando vocación por la carrera,
amor y contracción por el estudio, ejercitarse en la buena memoria, en el
espíritu de análisis y de síntesis, mostrar resistencia física y forjarse
principios de ética indeclinables...”
(Julio De
Armas)
Los bachilleres que en ese entonces se
graduaban en 1954 iniciaron su carrera
en 1948, por lo tanto, se formaron como galenos en tiempos cuando Julio De Armas
regentaba los destinos de
En su discurso De Armas se refirió a la
mística institucional, es decir al amor y vocación por la universidad; al
espíritu universitario o sensibilidad cada vez más inclinada al estudio; a la
fe de los profesores en su papel como ductores de las nuevas generaciones; a la
universidad como institución encargada de estudiar los problemas nacionales; y
al trabajo en equipo como expresión de coordinación y planificación para lograr
resultados completos y positivos.
Sobre la autonomía universitaria expresó que
ella es base sólida funcional de la institución; así como la política en la
universidad debe girar en torno al respeto de propios y extraños, con la
observancia de los principios básicos institucionales: la cultura, la formación
académica y la libertad del pensamiento exclusivamente científico. “(la
universidad) tiene función específica y definida. Es nuestro concepto de ayer,
de hoy y siempre, el que dentro del recinto, la militancia y el choque violento
de las pasiones políticas, lesionan sus sagrados intereses al tomarla como
reducto de luchas partidistas”. “
Trató el tema de los estudiantes que se
acercan a la carrera de medicina sin una verdadera vocación profesional, por lo
que su desempeño es pobre mientras estudian y peor todavía luego de graduarse.
Resumió esa situación peculiar con palabras de Houssay: “Si un mal estudiante
es una carga presupuestal, un mal médico constituye un peligro.” Cito jocosamente a Nicolle, quien expresó que “el médico tiene
la suerte de que sus triunfos los ilumina el sol, pero sus faltas las oculta la
tierra”. Critico las especializaciones extremas de la medicina que en la
práctica son una desintegración de la misma “que aminoran cultura médica
general a los galenos”.
Definió la profesión médica como un
apostolado en el que no hay espacio para
los cómodos e indolentes con afán de lucro y ánimos de explotar el dolor ajeno.
El médico responsable, entonces, es un
eterno estudiante que absorbe los conocimientos del día, que atiende con
solícitos cuidados a sus pacientes, y
que observa la ética profesional constantemente.
Recomendó a sus ahijados dedicarse a la
investigación científica por ser un rico filón para explotar el éxito en el
estudio de muchas enfermedades de nuestra compleja patología tropical. Abonarse
en la cultura humanística teniendo en cuenta
la sentencia de Letamendi: “el que solo sabe de medicina, ni medicina
sabe”. Finalmente, recomendó seguir
cultivando la nobleza del gusto como expresión suprema de espíritus selectos.
López
Gómez califica al Rector que
conoció como hombre recatado y sencillo, cumplido ciudadano respetuoso de la
dignidad humana, accesible a todos y para todos. “Haciendo gala de fina
intuición coordinadora en momentos de crisis en todos los órdenes sociales,
movió los resortes capaces de salvaguardar los intereses del movimiento
científico y cultural”. También habló JRLG
sobre el principio de
Autonomía Universitaria, defendido con
firmeza por Julio De Armas.
Por su parte, el Dr. Pedro Penzini Hernández
elogió al homenajeado como hombre de limpia, honesta y recta vida profesional.
En 1979 fueron celebradas las Bodas de Plata
de
El 9 de agosto de 1984 fue recordado el
XXX Aniversario de
Luego JRLG nombró algunos de sus colegas
de promoción destacados en labores
médicas y científicas como: Simón Becker, Otto Hernández Piereti, Pedro Manrique Lander, Ibrahim González Urbaneja, José Luis García Zozaya, Rafael Villasana,
Modesto Rivero, Carmen Luisa Arocha, Luis Armando Contramaestre, Arnoldo
Gamboa, Juan Ricardo López, Clemente Valdirio, Antonio Briceño, Pedo González,
Diógenes Ron Troconis, Alcides Carrizo, Fernando Raimondi, Pedro Guzmán, Luz
Chompre, Armando Tremaria, Manuel Arellano, Ramón Fernández, Rafael
Barreto,Manuel Henríquez y Amilcar Torrealba. También cita a los sanitaristas y
gremialistas: Felipe Bello, Isidro Toro, José Pérez y Alberto Sira, Ali Rivas,
Raúl Valeri, Anibal Lairet, Efraín Bedolla y Francisco Godoy. La pléyade de
galenos es rematada con un “testigo excepcional, nuestro muy destacado
siquiatra y escritor, Francisco Herrera Luque”.
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