ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

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X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.

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UNERG.2010

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.

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ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD.

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001

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DERMATÓLOGOS.2001

PLACA DE RECONOCIMIENTO

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X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

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viernes, 9 de abril de 2010

MEDICINA INDIGENA EN GUÁRICO


POR: EDGARDO MALASPINA



Aproximación a la Medicina Indígena en el Guárico

Todos los pueblos indígenas en sus sistemas filosófico – religiosos tiene una concepción ligada a la salud. No obstante esas nociones con respecto a la medicina dependen del grado de desarrollo cultural alcanzado por determinado grupo indígena.

Según J.A. De Armas Chilty la parte occidental del Estado Guárico (Calabozo, San Juan de los Morros) fue ocupada por Caribes, denominados apones, cumanagotos, aoriguires y otomacos. Estas eran tríbus que vivían de la caza y de la pesca. Los apones practicaban la poligamia.

Zaraza, Tucupido, Santa María de Ipire, El Socorro, Valle de La Pascua y Chaguaramas fue zona de los palenques, cumanagotos, guamos y guamonteyes. Altagracia de Orituco, Macaira y Guaribe fue habitada por indios guaiquiries, güigüires, ipares y guaribes. El Alto Orituco fue territorio de los tomuzas y quiriquires. Palenques y cumanagotos vivieron en la Selva Tamanaco. En el siglo XVII fueron llevados por los colonizadores indios caribes, güires, atapaimas, chinos y amaibas a Calabozo, Camaguán, Cabruta y Guardatinajas.

De Armas Chilty define dos corrientes indígenas en el Estado Guárico: “la que proviene desde el oriente, norte y noroeste con palenques y cumanagotos. En este grupo también se incluye los Quiriquires y Tomuzas de los Valles del Orituco. La otra corriente se divide en otomacos y abaritocos que suben desde Guayana hacia Cabruta; los amaibas, guamos y apones que llegan desde el Apure y el Portuguesa y alcanzan en sus correrías hasta el Guárico medio.”

Tribus nómadas de guires, palenques, guaiquiries y píritus merodearon por el Valle de Ortiz en las temporadas de lluvia.

En Tiznados vivieron los guaiquiries o guamonteyes. Dormían en ranchos armados en cuatro palos, se acostaban sobre cueros de venado que después arrastraban cuando viajaban. También los guires habitaban la región. Eran nómadas y recolectores.

Oldman Botello narra la persecución que hizo Garci González de Silva en 1576 a los indios Caribes Guárico. Encontró en las orillas del río Tiznados cerca de 200 cabezas de indígenas. Oviedo y Baños interpretó el hecho como producto de borracheras y festines que terminaban en sacrificios “para saciar con sus cuerpos la bestial inclinación de hartarse de carne humana.” Sin embargo a la luz de la etnología moderna ese acto se interpreta como antropofagia ritual.


Las tribus que habitaron el Guárico fueron nómadas. Iraida Vargas Arenas hace una descripción de esos grupos, los cuales pasaban la mayor parte del año errantes y descansaban en un asentamiento o base central. Tenían una densidad de población muy baja. Los grupos no pasaban de 25 familias emparentadas unas con otras. Recolectaban raíces silvestres, cazaban y pescaban. No conocían la agricultura. Se embriagaban con chicha. Los guamos comían caimanes, aborrecidos por otros indios. Los guamonteyes usaban arcos, flechas y fisgas, este último instrumento es un arpón de tres dientes. Los otomacos en su fase estable cultivaban el maíz de dos meses, el cual en ese tiempo crece, echa mazorca y madura. Los betoyes se cubrían el cuerpo desde las axilas hasta la ingle con una corteza de árbol. La mayoría de los estudiosos coinciden con que los indios del llano andaban desnudos. Pero los guamos usaban un ceñidor ancho de algodón tan bien hilado que los españoles los adquirían. Estos mismos indios se pintaban antes de ir a la guerra y practicaban un tipo incipiente de cirugía: se separaban el filo exterior de sus orejas por una incisión en la cual se colocaban pequeños objetos que no querían perder o traer en sus manos.

Los guaiqueríes y guamonteyes gozaban de aparente buena salud. Son descrtitos como altos, morenos y de mucha fuerza. Los guamos hacían festines, bebían y bailaban. A la hora de dormir lo hacían en el suelo. Eran buenos alfareros y hacían jarras de dobles asas para beber agua. Utilzaban contra sus enemigos hechizos y venenos, aunque se desconoce la naturaleza de estos últimos.

Iraida Vargas Arenas presenta un cuadro cultural de los Yaruros del Estado Apure y los otomacos por su parecido al que existía en el Estado Guárico en la época prehistórica.

Los Yaruros andan errantes por el río Capanaparo y Sinaruco. Transportan sus pocas posesiones. Fuman y tiene un Shaman que describe imágenes religiosas y explica la existencia y hace preparativos para la comunión con los dioses. No practican la agricultura. El perro es el único animal que domestican. Carecen de viviendas: colocan ramas en la arena para protegerese de los vientos, los insectos, el sol y la lluvia. Durante la noche duermen en huecos cavados en la arena.

Los otomacos eran cazadores y pescaban. Preparaban aceite extraído de los huevos de tortugas. Recolectaban semillas, raíces, frutos, cera y miel de abejas. Cultivaban yuca, pero práctiamente no preparaban cazabe. Consumían una arcilla especial de color gris amarillento quemada al fuego. Lloraban a los muertos al iniciarse el día. Jugaban a la pelota. Después de la caza, comían y se bañaban en el río. Luego cantaban y bailaban hasta la media noche. Adoraban a la luna. Eran buenos tejedores. Hacían pabellones para protegerse de los mosquitos.

En 1780 el obispo Martí visitó Guardatinajas. Allí vivían indios cumunagotos, los cuales hicieron una exhibición para distraer al dignatario religioso con arco y flecha. Fray Joseph Francisco de Caracas registró el hecho de esta manera: “Con estas armas (arcos y flechas) cazan, pescan, se defienden y matan, untando sus lancetas con un veneno que llaman curare, tan activo que lo mismo es tocar la sangre, que infeccionar toda su masa y causar la muerte; sin embargo, como en el mismo acto de recibir la herida, se acierta a tener un grano de sal en la boca, puede el paciente escapar la vida.” (5) Es decir conocían este importante veneno, usado en la farmacología moderna, y trataban de aplicar un posible antídoto.

José Gumilla (1686 – 1750) hizo importantes apuntes en sus libros para entender el desarrollo de la medicina de los indios del llano. En su obra “El Orinoco Ilustrado” se refiere constantemente a tríbus indígenas que a través del Orinoco se desplazaban hasta las tierras del Guárico. José Rafael Fortique hace el estudio del aspecto médico en la obra de Gumilla (7) y de allí a continuación hablaremos.

Los indios del Orinoco practicaban la circuncisión, la poligamia, y se bañaban tres veces al día. Tenían buena dentadura. Algunas tríbus practicaban el infanticidio en las niñas para evitar el sufrimiento futuro seccionando el cordón umbilical para que se desangraran. Comían abundantemente, excepto los otomacos que hacían una sola comida en el atardecer y tenían como regla higiénica enterrar sus excretas. Eran geofagos, enterraban los granos y luego los extraían y amasaban con la tierra. Practicaban autoescarificaciones. Las mujeres guamas se traspasaban la lengua con un hueso amolado y bañaban con su sangre los niños enfermos. Los guaiqueries aislaban a las muchachas cuando presentaban la menarquía, para evitar que perjudicaran las cosas y a los demás. Estos mismos indios encerraban a las jóvenes que contraían matrimonio, por 40 días con una dieta de cazabe y agua. Las indias parían solas y luego se lavaban en el río. El parto gemelos era castigado: se comparaba al de los animales como ratones o cachicamos de partos múltiples y se sospechaba infidelidad. Se reconocía un solo hijo y el otro era asesinado. Practicaban la eugenesia: los niños defectuosos eran inmediatamente enterrados vivos. Las indias amamantaban a sus hijos por largo tiempo.

Los guamos explicaban las enfermedades como producto de la acción de espíritus malignos. Eran animistas. Los otomacos ponían al lado de sus cadáveres raciones de alimento y de chicha para calmar el hambre y la sed en el último viaje. Algunos indios cargaban a sus enfermos en canastas. Las indias se esterilizaban con hierbas y bebidas.

Los indios de Orinoco tenían una medicina mágica con exorcismos y ritos misteriosos. El Piache chupaba el sitio anatómico donde pensaba que estaba el mal y extraía piedras, previamente colocadas en su boca. Pero conocían también hierbas, raíces, hojas, semillas y flores de efectos medicinales. En algunas enfermedades recurrían al ayuno y en las fiebres sumergían al afectado en el río o lo rociaban con agua (balneoterapia). Para las mordidas de serpiente aplicaban tabaco masticado. Contra los mosquitos se untaban el cuerpo con onoto y manteca de tortuga. Los otomacos fabricaban pabellones con hojas de palma.

Sobre las enfermedades que padecían los indios del Orinoco Gumilla habla de jejenes (phlebotomus) transmisores de las leishmaniasis visceral y cutánea, y de unos mosquitos verdes que dejan sus huevos en la piel del afectado con desarrollo posterior de un gusano y apostema (miasis furuncular). Esta enfermedad la curaban con chimó. También describe a los pitos (Rhodnius prolixus), transmisor de la enfermedad de Chagas. Los indios del Orinoco sufrían de herpes zoster, sarna, paludismo, neumonía, etc. Empleaban la tuatua como laxante, hueso de cachicamo para el dolor de oido, piedra de iguana en las afecciones urinarias, uña de danta como amuleto. Con este último fin también usaban los colmillos del caimán, y las piedras de curbinatas. De las plantas medicinales conocían el mastranto, la hierba Santa María (parecida a la hierbabuena) y el árbol otova, el merey y el palo de aceite.

Gumilla dice que las heridas de raya entre los indios “se encanceraban.” Los indios del Orinoco no sólo practicaban la circuncisión sino también la cliredectomía.

Los otomacos usaban como anestesico unos polvos llamados yupaz, aplicados en las fosas nasales. La yupa es una planta estupefaciente (piptadenia peregrina).

Entre los indios del Orinoco una mordida de serpiente venenosa terminaba con la amputación del miembro afectado para evitar la difusión del mal. Guimilla vio tribus hasta con 50 manco o cojos.

Sobre los cumanagoto siempre presentes en las tierras del Guárico, el Dr. Jesús Cordero Moreno (realizó un estudio referente a sus concepciones médicas. Los hombres cubrían su sexo con una calabaza, las mujeres usaban guayuco. El piache se colocaba en la cabeza una faja, usaba brazaletes de cuentas en los brazos, se pintaban los dientes con colorante negro y mascaba una yerba llamada ayo. Repudiaban la esterilidad femenina. El hombre descansaba después del parto de las mujeres porque suponían que el espíritu del padre cuidaba del hijo recién nacido. Durante 8 días la mujer observaba una dieta sin carne ni pescado y no se bañaba hasta la caída del cordón umbilical del niño. La sangre menstrual la consideraban sagrada.

Los cumanagoto en su farmacopea empleaban la coca que adqurían de los tomuza; ñongues (estupefaciente que contiene alcaloides como la atropina), el tabaco, tusiya (astringente), secua (emitio y purgante), yerbamora, aceite de palo, cáscara de plátano, piedras bezales de venados, concha molida de cachicamo como exudatorio, piedras de la vejiga de iguana para el dolor de muela, etc. Los cumanagoto recurrían a las sangrías en los brazos y otras partes del cuerpo para tratar varias enfermedades. Todos las acciones médicas estaban encaminadas a expulsar los espíritus malignos. El piache era llamado piaza o pizamo y estudiaba su arte desde la juventud con profesores. Cuando moría el enfermo podía ser culpado de errar la cura y su vida corría peligro. Lo podían castigar con la pena de muerte.

En conclusión, los indígenas que habitaron en las tierras de Guárico por su condición errante no alcanzaron mayor desarrollo en la ciencia médica, sin embargo es evidente que poseían incipientes elementos de la misma. Por otro lado algunas tríbus tuvieron adelantos médicos notables.

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