1
Las clases de histología eran muy atractivas. Estudiábamos por un
atlas, diseñado por Eliseev, fundador de la cátedra. Observamos por el
microscopio y dibujábamos. Elisieev, quien también fue jefe en histología del
Instituto Médico Nro. 1, Sechenov, dirigió
la revista “Archivos de anatomía, histología y embriología”. Sus trabajos de
investigación tienen que ver con la influencia de los vuelos cósmicos sobre las
células.
2
La jefa de la cátedra era Nina Aleksevna Yurina. La mayoría de las
clases magistrales estaban a su cargo. Yurina publicó más de 200 trabajos
científicos y un manual de histología, empleado en todas las facultades de
medicina de la URSS.
[Adel Ivanovna Radostina]
[Nina Aleksevna Yurina.]
3
Las clases prácticas las teníamos con Adel Ivanovna Radostina y
Valentina Remizova. Radostina era una
investigadora con más de cien trabajos científicos publicados. Escribió junto
con Yurina el manual de histología y embriología con el cual estudiábamos con
el microscopio. Era muy bondadosa y cariñosa en sus explicaciones. Su humildad
contrastaba con sus logros académicos. Tenía un leve defecto en el cuello, el
cual se mostraba ladeado. Los estudiantes le dieron el apodo de
“Esternocleidomastoideo”, el músculo del cuello que permite el giro y el
movimiento lateral de la cabeza, demostrando agudeza y precisión anatómica,
pero también un injusto y mordaz humor para quien sólo nos enseñaba con
esmerada paciencia y comprensión.
4
Una vez, durante una clase de laboratorio, debíamos precisar y dibujar
las partes de un órgano, mientras Remizova explicaba lo que debíamos ver para
llevar al álbum con nuestros lápices de colores. Le dije que no veía con
exactitud lo que ella indicaba. Inmediatamente me respondió:
-Hay que fantasear para ubicar y ver lo que se busca.
He tratado de descifrar esa frase a lo largo de los años. Ahora creo
entender su significado: la ciencia no puede existir sin el arte; y más
pedestremente: uno ve lo que quiere ver. Soñar no cuesta nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario