LOS MISERABLES.ASPECTOS MÉDICOS.
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
1
Los miserables es un libro de
Historia, de la Historia de Francia vista al través de las tragedias humanas, especialmente
las de la gente de abajo: los más miserables. Son varios relatos, pero el que sirve
de escenario principal para unificar toda la trama es la vida de Juan Valjean
que fue hecho prisionero por robarse un pan, pasa 19 años en la cárcel, trata
de redimirse en numerosos pasajes de filantropía y buena fe, pero la sociedad
más miserable que él mismo le coloca todos los obstáculos posibles.
Los miserables también es un cuento
de hadas: Cossette, de huérfana y poco agraciada en la infancia por la
desnutrición y el maltrato en la casa donde es abandonada, se convierte en una
mujer muy hermosa y en baronesa al contraer matrimonio con Marius.
2
Los miserables fue publicada por
Víctor Hugo en 1862. Es una novela romántica sobre los oprimidos en el contexto
de la lucha de las fuerzas del bien( obispo Bienvenue ) y del mal (los
Thénardier). El caso de un infractor de la ley redimido ( Jean Valjean-
Monsieur Madeleine) es real, así como el marco histórico ( la batalla de
Waterloo y sucesos en Francia a partir de 1815, etc. ) y son el telón de fondo
de la narración.
La obra es un manifiesto a favor de los caídos
en desgracia (Jean Valjean, Petit Gervais, Fantine, Cossette ,Champmathieu) ,
pero también sobre el resentimiento social, el papel de la rigidez o
flexibilidad de la justicia ( Javert) y las reservas
morales de hombre para superarse con esfuerzo propio y con la ayuda o
adversidad de la sociedad.
3
A los largo de la novela se hace
mención a enfermedades como fiebres lácteas (fiebre puerperal, mastitis ), fiebre cerebral
(encefalitis), reumatismo, gota, cólera, temblores en todo el cuerpo , que no
podemos precisar si se refiere exactamente a la enfermedad de Parkinson, porque
a pesar de que el doctor James
Parkinson describió el mal en 1817, sólo se le reconoció como una entidad
propia en 1861 por Jean-Martin Charcot .
Hay una descripción peculiar del
médico forense cuando constata la muerte y hace la partida de defunción : Un
médico de los muertos es el que hace los pasaporte al paraíso.
En un párrafo se dice que el azúcar
es como la sal que seca, y luego se explica que el azúcar provoca cambios en la
sangre y está asociada a la diabetes y a la tisis.
El señor Magdalena decide
voluntariamente ante un tribunal reconocer que en realidad es Jean Valjean, para salvar un pobre
hombre acusado injustamente con su nombre, Un hombre es acusado falsamente de ser
Jean Valjean ante un tribunal que le puede imponer un duro castigo. El señor
Magdalena tiene angustiosos diálogos interiores, y al final decide reconocer
valientemente que él es el propio Jean Valjean para salvar al pobre hombre. Instantáneamente
su cabello se le pone blanco , lo que configura un caso típico de estrés postraumático.
4
MONSEÑOR BIENVENIDO, EL HOSPITAL Y
LOS ENFERMOS.
(Párrafo)
El señor Myriel se convierte en
monseñor Bienvenido. El palacio episcopal de D. estaba contiguo al hospital, y
era un vasto y hermoso edificio construido en piedra a principios del último siglo.
Todo en él respiraba cierto aire de grandeza: las habitaciones del obispo, los
salones, las habitaciones interiores, el patio de honor muy amplio con galerías
de arcos según la antigua costumbre florentina, los jardines plantados de
magníficos árboles. El hospital era una casa estrecha y baja, de dos pisos, con
un pequeño jardín atrás. Tres días después de su llegada, el obispo visitó el
hospital. Terminada la visita, le pidió al director que tuviera a bien
acompañarlo a su palacio.
-Señor director -le dijo una vez
llegados allí-: ¿cuántos enfermos tenéis en este momento?
Veintiséis, monseñor.
-Son los que había contado -dijo el
obispo.
-Las camas -replicó el director-
están muy próximas las unas a las otras.
-Lo había notado.
-Las salas, más que salas, son
celdas, y el aire en ellas se renueva difícilmente.
-Me había parecido lo mismo.
-Y luego, cuando un rayo de sol
penetra en el edificio, el jardín es muy pequeño para los convalecientes.
También me lo había figurado.
-En tiempo de epidemia, este año
hemos tenido el tifus, se juntan tantos enfermos; más de ciento, que no sabemos
qué hacer.
-Ya se me había ocurrido esa idea.
-¡Qué queréis, monseñor! -dijo el
director-: es menester resignarse.
Esta conversación se mantenía en el
comedor del piso bajo.
El obispo calló un momento; luego, volviéndose
súbitamente hacia el director del hospital, preguntó:
¿Cuántas camas creéis que podrán
caber en esta sala?
-¿En el comedor de Su Ilustrísima? Exclamó
el director estupefacto.
El obispo recorría la sala con la
vista, y parecía que sus ojos tomaban medidas y hacían cálculos.
-Bien veinte camas -dijo como
hablando consigo mismo; después, alzando la voz, añadió:
Mirad, señor director, aquí
evidentemente hay un error. En el hospital sois veintiséis personas
repartidas en cinco o seis pequeños
cuartos.
Nosotros somos aquí tres y tenemos
sitio para sesenta. Hay un error, os digo; vos tenéis mi
casa y yo la vuestra. Devolvedme la
mía, pues aquí estoy en vuestra casa.
Al día siguiente, los veintiséis
enfermos estaban instalados en el palacio del obispo, y éste en el hospital.
Monseñor Myriel no tenía bienes. Su
hermana cobraba una renta vitalicia de quinientos francos y monseñor Myriel
recibía del Estado, como obispo, una asignación de quince mil francos.
El día mismo en que se trasladó a
vivir al hospital, el prelado determinó de una vez para siempre el empleo de
esta suma, del modo que consta en la nota que transcribimos aquí, escrita de su
puño y letra…
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