1
Tuve
el privilegio de ser alumno del gran hematólogo ruso Mijail Gukasovich Abramov,
autor de uno de los atlas más originales de la hematología rusa al tener
ilustraciones que no son fotografías,
son obras de arte, porque Abramov era también pintor.
2
El
que observa por un microscopio ve cosas que no las refleja una fotografía. Sólo
el artista puede trasmitir esas peculiaridades de una muestra de sangre a través de sus pintueas.
3
El
investigador observa muchos campos visuales, los cuales recogen las
fotografías; no obstante, para su estudio no pueden ser concentrados en un solo
cuadro, lo que si puede hacer una pintura.
4
Recibía clases personales
de la mano de Abramov: por un tiempo fui su único alumno en el salón de clases.
Abramov me obsequió su atlas, sus artículos científicos publicados en
separatas de la revistas
“Terapevticheski Arjiv” (Archivo Terapeutico).
5
Conservo sus
observaciones hechas de su puño y letra en mi cuaderno de apuntes. Hicimos tan
buena amistad que propuso a la Editorial Mir que yo fue el traductor de su atlas al español, tarea que no pude
cumplir porque debí partir de Moscú.
6
En la carta dirigida a la
Editorial Mir, Abramov escribe:
“En caso de que decidan
publicar mi atlas de hematología en español, Edgardo Malaspina puede ser de
gran ayuda en su traducción. Su formación y conocimientos en la disciplina pude
constatarlos mientras hacia sus pasantías
en el hospital de hematología” (23/11/1987).
7
Abramov decía que había
que hacer citología de cualquier parte del organismo y que sólo se necesitaba
tener a la mano una inyectadora con un portaobjeto .
8
“Mientras más bella es la
célula, más maligna es”, me dijo una vez Abramov mientras me mostraba unas
células muy hermosas y luminosas, provenientes de una metástasis de cáncer. Unas células
brillantes de un mieloma múltiple las resaltó también como ejemplo de su teoría
estético-patológica.
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