EVOCACIÓN
DE LA HEMATOLOGÍA
Uno
de mis profesores fue Andrei Ivanovich Vorobiov, presidente de la Sociedad de
Medicina Interna de Moscú, primer ministro de Salud Pública de Rusia (luego de
la caída de la URSS), médico del Kremlin ,designado en 1986 para dirigir la
asistencia de los afectados en el accidente de Chernobyl.
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El
padre de Vorobiov, Ivan Ivanovich, era bolchevique de los fundadores y
compañero de Lenin. Sin embargo, Stalin lo fusiló en 1937, mientras que a su
madre la encarceló por diez años. Porque cualquiera que no aceptara los
desmanes del sátrapa era traidor a la patria.
Quienes
conocimos a Vorobiov, cuya niñez pasó en
un asilo de huérfanos, jamás notamos un gesto o una palabra que delatara odio o
resentimiento por tal cruel pasado familiar. Muy por el contrario: todo en
Andrei Ivanovich era cariño, amor por su profesión y esmero por transmitir sus
conocimientos a los estudiantes y gran predisposición para ayudar a los
pacientes. Nunca pronunció la palabra “no”.
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Vorobiov
es reconocido como uno de los grandes internistas de Rusia. Es considerado uno
de los pilares fundamentales de la hematología rusa. Sus “Dekadnik del
hematólogo” (Diez días del hematólogo) se hicieron famosos en la Unión Soviética; y de todas partes del país
llegaban médicos para escuchar sus clases magistrales.
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Vorobiov
tenía una cultura enciclopédica y podía hablar de medicina, filosofía,
geografía o de historia. Consideraba que Stalin era el único culpable de que la
Segunda Guerra Mundial llegara hasta la URSS, por cuanto hizo desaparecer a los
mejores cuadros militares y civiles del país, quienes con sus conocimientos y
preparación académica hubiesen podido
enfrentar adecuadamente los retos políticos.
Stalin
debilitó a Rusia porque dividió a su población en revolucionarios y traidores a
la patria.
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Vorobiov
decía que su función como médico era jugar un partido con la muerte, a la cual
tenía a su lado, mientras que al frente tenía al paciente.
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Los
críticos decían que Vorobiov hablaba de manera hermosa en lenguaje literario a
la manera antigua rusa.
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Pensamientos
de Vorobiov:
“Lo
más interesante y misterioso de una persona es su sistema sanguíneo”.
“No
me gusta hacer un diagnóstico definitivo que pueda resultar una especie de
sentencia. Soy racionalista y escéptico,
pero en lo profundo de mi alma espero un milagro”.
“En todas las épocas la
vida del médico ha sido difícil porque siempre se encuentra con el sufrimiento
humano; además, ver a los ojos de la persona a quien has salvado su vida no es
una condecoración que te colocan en el pecho”.
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Cuando
Vorobiov fue ministro de sanidad
solicitó que su despacho funcionara también como consultorio. Y allí
examinaba a sus pacientes y colocaba un frotis en un microscopio.
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Una vez Andrei
Ivanovich trató a una niña con una gran infección e insuficiencia renal. Los
compañeros le decían : “No la sigas
torturando. Déjala morir es paz”. Vorobiob les contestó : “No soy un sacerdote”,
y la salvó.
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