CUANDO
LA GENTE CAMBIA LA COLORACIÓN DE SU PIEL.
Edgardo
Malaspina
1
En
un momento de la crisis humanitaria, ante la dificultad para obtener los alimentos
más básicos y la problemática para acceder al agua potable, las líneas se cruzaron y aparecieron en las
consultas médicas algunas personas preocupadas por el cambio de la coloración de su piel. En algunos casos se detectó
hepatitis A; y en otros, la precisión diagnóstica fue más benigna: se trataba
de una simple carotenemia o carotenodermia (exceso de caroteno con sólo
consecuencias estéticas)
2
El
pigmento caroteno (un antioxidante) es
de color amarillo o anaranjado y está contenido en ciertos alimentos del reino vegetal (los
animales no lo producen, pero lo necesitan) a partir de los cuales se procesa
la vitamina A.
Caroteno
viene de latín “carota” (zanahoria), que lo contiene en grandes proporciones,
en la batata, en la auyama, etc.
La
vitamina A es liposoluble, y es por eso que la grasa (la nuestra y la de los
animales) es amarillenta. La mantequilla
también. Las hojas se ponen amarillas por el caroteno; los flamencos son
anaranjados porque comen camarones que a su vez comen algas que contienen
carotenos.
La
grasa de los niños y de los animales jóvenes es blanca porque aún no han
acumulado suficiente caroteno.
3
Observé
dos casos de carotenodermia en gente proveniente del campo: desayunaban con
auyama, merendaban con auyama, almorzaban con auyama y cenaban con auyama.
Estaban
amarillos por todas partes (sobre todo las plantas de las manos), pero no en
los ojos; y eso hace la diferencia con la ictericia (amarillo en griego), la
cual refleja un trastorno hepático; y
que la gente en su aféresis (tiricia) la
asocia con la flojera, uno de los posibles síntomas de la hepatitis, por
ejemplo.
4
El
tratamiento de la carotenodermia consiste en dejar de comer el alimento que la
produce.
Uno
de los pacientes me preguntó:
-¿Puedo
comer yuca?
-Sí,
le dije, y agregué:- pero no confunda la dulce con la amarga. Porque hay muy
malas noticias rodando por allí. Tenga en cuenta que la ingesta exagerada de la
auyama conlleva sólo a cambios dermatológicos reversibles, pero el de la yuca
amarga, incluso en proporciones exiguas, puede causar rigidez cadavérica sin
segundas oportunidades.
Y
para que no quedaran dudas le expliqué en lenguaje castizo, popular y hasta
vulgar: la auyama nos pone amarillos, y nada más; pero la yuca amarga nos puede
poner tiesos.
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