UN
CASO CLÍNICO ME HACE RECORDAR UN EPISODIO DE CIEN AÑOS DE SOLEDAD
(O
GENTE QUE NACE CON COLA)
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
1
Cuando
inicié mi práctica médica tenía el consultorio en mi casa de
habitación y eran normales las emergencias nocturnas.
Una
vez en la madrugada tocaron la puerta con insistencia. Al abrirla,
ante mí estaban una señora y un muchacho, alto, delgado y que no
llegaba a los veinte años de edad.
-Mi
hijo está botando algo por la cola- me dijo la señora.
No
puse mayor atención al término porque lo asocié a una forma
popular del lenguaje para indicar trasero, ano o culo.
Pensé
en una rectorragia, pensé también en hemorroides y en una diarrea
por amibiasis.
No
obstante, la propia señora me sacó de dudas al desnudar a su hijo
y mostrarme que efectivamente se trataba de una cola o rabo,
parecido al pigóstilo de las aves, que son las vértebras caudales
fusionadas en una sola osificación, que sostiene las plumas y la
musculatura de la cola. Se
han descrito hasta 100 casos en la literatura médica universal.
2
Entonces
recordamos que García Márquez se refiere a un caso de una persona
con cola en Cien años de soledad. Buscamos el párrafo:
“Una
tía de Úrsula, casada con un tío de José Arcadio Buendía, tuvo
un hijo que pasó toda la vida con unos pantalones englobados y
flojos y que murió desangrado después de haber vivido cuarenta y
dos años en el más puro estado de virginidad, porque nació y
creció con una cola cartilaginosa en forma de tirabuzón y con una
escobilla de pelos en la punta. Una cola de cerdo que no se dejó ver
nunca de ninguna mujer, y que le costó la vida cuando un carnicero
amigo le hizo el favor de cortársela con una hachuela de destazar”.
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