EVOCACIÓN
DE LAS BRIGADAS ESTUDIANTILES DE TRABAJO
1
En
las vacaciones de verano podíamos viajar con las brigadas estudiantiles de
trabajo. Kazajstán y Siberia eran los destinos preferidos. Frolov, como
secretario General del Partido Comunista de la Universidad, nos despedía con
arengas: “El estudio se complementa con el trabajo”. “Sean solidarios.
Manténganse dentro de la moral socialista”.
2
Las
brigadas estudiantiles de trabajo
voluntario nos permitían obtener un dinero extra, pero también era una
actividad idealista porque una parte de lo ganado era destinado a un fondo de
solidaridad con los pueblos que luchaban
contra el imperialismo, el neocolonialismo y el fascismo. Así nos lo enseñaban
y así lo repetíamos con orgullo.
3
En
Kazajstán nos entregaron un pergamino con el rostro de Lenin, donde nos
agradecen porque de alguna manera estábamos poniendo nuestro granito de arena
en la construcción del comunismo.
4
Los 21
de agosto celebrábamos el día del
constructor. En esa fecha los dirigentes de la brigada eran derrocados
simbólicamente y se decretaba una parranda general. Durante el golpe de estado
se decían cosas muy duras, sólo permitidas para esa ocasión. Por ejemplo, los
líderes del golpe criticaban a las autoridades estudiantiles. Estas acusaciones,
para un buen entendedor, eran una crítica general a todo lo que pasaba en la
Unión Soviética.
5
En
Siberia vivíamos en la taiga en un campamento con torres o miradores al estilo
medieval. Participábamos en una obra considerada monumental en aquella época:
la construcción del ferrocarril Baikal-Amur o vía férrea transiberiana.
6
El
campamento lo inauguramos con una especie de obra teatral: debíamos entregar
una ofrenda a las autoridades del pueblo para invocar las fuerzas del bien. Me
correspondió entregar esa ofrenda que consistió en un lechón y cuyos chillidos me
atormentaron mientras corría y lo sostenía entre mis brazos.
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