CORAZÓN PARTÍO
SERGIO DAHBAR
Lo sabemos porque ha sido muy estudiado. Tres heridas sufrió
la vanidad del ser humano. Copérnico reveló que todos los cuerpos celestes no
giraban alrededor de la Tierra, sino que era un planeta más de los que se
movían alrededor del Sol, en un universo con muchos sistemas.
Charles Darwin, por su parte, demostró que el ser humano no
es una especie única, separada del mundo animal, sino producto de un proceso
evolutivo, y que nuestra naturaleza no se diferencia de la de los animales.
Y llegó el gran Sigmund Freud, que revolucionó el estudio de
la mente humana: descubrió que lo que el hombre hace y dice no es producto de
su voluntad consciente, sino que existe otra parte llamada inconsciente que
marca nuestras vidas y acciones de manera reveladora.
Tres golpes bajos directos al hígado de nuestra autoestima.
Siempre me he preguntado si esos ganchos no tendrán un padre reconocible, un
Dios Salvaje, una suerte de hermano descarriado del creador. En toda familia
existe un bribón.
Me refiero a un personaje singular que arroja sobre nuestras
vidas comunes tramas para ver cómo reaccionamos. Como si fueran dados cargados
de un destino envenenado. Semejante extravagancia no tiene otro origen que una
noticia aparecida el 22 de octubre pasado. Una actriz francesa, Charlotte
Valandrey, se enteró a los 18 años de que tenía sida.
Era ya famosa y prometía una carrera deslumbrante. Pero todo
se derrumbó ese día, después de una noche desesperada con un rockero que se
fugó de su vida. Los límites tocaron a su puerta. Valandrey acaba de lanzar en
español el relato de su desesperación, Un corazón desconocido (Martínez
Roca/Planeta). En Francia ese libro vendió ya 500.000 ejemplares, con el nombre
L’amour dans le sang.
Qué nos cuenta esta joven en su libro que despierta tanta
atención de los lectores franceses. Su historia parece ir en sentido contrario
al habitual: una buena historia de la vida real se convierte en película y
libro. En este caso pareciera que el destino de Valandrey se copió del cine.
Cosa rara. Veamos.
Primero un rockero le contagia el sida. Ella pierde amigos y
amantes. Y peor aún: la descartan de las películas que ya tenía en agenda. Se
convierte en una paria. Pero hay que tener en cuenta que con 18 años ya había
ganado el Oso de Plata de Berlín y estaba nominada al Oscar francés, el César.
Su carrera lo prometía todo.
Mientras atravesaba el tratamiento para sobrevivir al sida,
la medicación hizo estragos: vómitos, el cuerpo comenzó a hincharse y
aflojarse, y el corazón falló. Dos infartos y un trasplante de corazón a los 34
años.
Todo parecía resolverse en la ciencia, pero no era sí.
Cambiaron sus gustos. Y apareció una pesadilla recurrente. Un accidente en
carro en medio de la lluvia, una mujer que no era ella al volante, el cuerpo
ensangrentado. Un bebé al lado. Charlotte Valandrey se despertaba siempre antes
del choque.
Los médicos decían que todo era normal. Que los corazones
para trasplantes son de accidentes y que el inconsciente lo sabe. Para
liberarse de esta presión, decidió ir a la India. Visitaron el Taj Mahal.
Allí apareció un déjà vu. Reconocía dónde se encontraba todo
y sentía que había estado locamente enamorada en ese lugar. Entonces aparece un
admirador y el amor la invade y todas las pesadillas se desvanecen. Acto de
magia. Una maravilla. Hasta que surge una premonición. Un secreter que descubre
en la casa de su amante, cerrado con llave. Allí hay una revelación obvia: el
hombre, Yann, era el ex marido de la mujer que donó el corazón.
Todo pareció iluminarse entonces: la mujer había tenido un
accidente en la lluvia, estaba embarazada, perdía sangre… Había conocido a Yann
en la India, se habían enamorado locamente en el Taj Mahal…
Yann y Charlotte Valandrey se separaron y más tarde
intentaron recuperar el amor. Pero ella entendió que Yann no había podido hacer
el duelo por la muerte de su ex esposa. Y le dijo chao.
No tengo que referir la cantidad de películas de las que
pareciera salir esta trama de la vida real. Lo cierto es que Valandrey reconoce
que la vida puede tener mucha oscuridad, pero algún día sale el sol. Entonces
entendí por qué había vendido 500.000 ejemplares nada más en Francés.(EL NACIONAL. 27.10.2012).
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