[11]
EVOCACIÓN DE LA
FARMACOLOGÍA
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
[Folletos de Farmacología
escritos por nuestros profesores]
1
La farmacología
la estudiamos en la propia Facultad de Medicina. La teoría nos la presentaban
en las clases magistrales, mientras que las prácticas las teníamos en el salón
o laboratorio.
2
Stepán Ivanovich Zolotujin fue el fundador de la cátedra en 1964, y la dirigió hasta 1984; por lo tanto,
fue nuestro principal maestro en esta signatura. Además de jefe de la cátedra,
Zolotujin era el presidente del Comité de Farmacología
del Ministerio de Sanidad de la URSS.
[Stepán
Ivanovich Zolotujin]
3
Zolotujin era
de hablar pausado. Hacía sus exposiciones sin estridencias, y para evadir la
monotonía de sus relatos recurría a un chiste cualquiera o un episodio de la
historia de la Farmacología para despertar nuestras mentes. Luego retomaba el
hilo de su discurso.
4
Zolotujin, como
todos nuestros profesores, era defensor de sus coterráneos como propulsores de
la ciencia que nos enseñaba. Pirogov fue uno de los primeros en fundamentar el
uso del éter en la cirugía de campo. Sin Pávlov no se hubiera desarrollado la
farmacología del sistema nervioso. Banting y Best obtuvieron la insulina en 1921, pero el ruso Soboleov
formuló en 1901 el principio para obtenerla; y así por el estilo.
[Manual de
Farmacología de Zolotujin]
5
Una de las
historias más curiosas nos las contó cuando explicaba los medicamentos usados
para curar las anemias por deficiencia de hierro: el doctor Zagorski rechazaba
las teorías místicas y vitalistas en la Medicina. Todo tiene un sustrato
material, decía. Para demostrar la presencia de hierro en nuestro organismo
tomó cierta cantidad de sangre, le evaporó la parte líquida para que sólo
quedara un polvillo. Luego le aplico a ese polvillo un imán, el cual atrajo
unas partículas que evidentemente eran de hierro.
6
Nuestra
Farmacología la estudiamos a la manera clásica. Nos enseñaban que las recetas
deben escribirse en latín, la lengua universal de la Medicina, por eso cursamos
obligatoriamente, durante un año, ese idioma con un anciano profesor de
apellido Denguin que con su viejo maletín de cuero saludaba y decía frases aladas
en latín que luego traducía al ruso.
7
En Rusia al
lado de una farmacia alopática hay una homeopática. En la medida que
avanzábamos en nuestros estudios no era raro que nuestros profesores nos
hablaran de medicamentos patentados, pero también de otros provenientes de la
práctica milenaria del pueblo, llamados
remedios complementarios. Barbas de maíz para ciertas enfermedades de la
vesícula biliar. Para las neumonías son buenos los antibióticos, pero es mejor
si le agregamos ventosas, colocadas en la espalda del enfermo. Y no olvidemos
las cataplasmas, las sangrías y las sanguijuelas. En los hospitales rusos estos
animalitos estaban a disposición de los médicos para su posible aplicación.
[Colocación de
ventosas]
8
Estudiamos
Farmacología con los folletos de nuestros profesores, pero el libro fundamental
era el de Jarkevich con sus esquemas e ilustraciones. También usábamos el
manual de medicamentos (Lekapstvennie Spestva) de Mashkovskii.
[Farmacología
de Jarkevich]
9
En los años
ochenta del siglo XX en la Cátedra de Farmacología de nuestra facultad se
investigaba la acción de los medicamentos sobre el sistema de coagulación de la
sangre. En la actualidad ese espectro de la investigación científica se ha
ampliado bajo la dirección de Vladimir Lepajin, quien es Individuo de Número de
la Academia de Ciencias Médicas de Rusia y tiene muchos libros publicados,
incluyendo un manual de Farmacología que es texto oficial para todas las
facultades médicas de Rusia. Cuando recibíamos nuestro título de médico,
Lepajin ingresaba como profesor y era uno de los ayudantes de Zolotujin, ahora
es el jefe de la cátedra.
10
En una de las
primeras clases de Farmacología nos hablaron de las vías de administración de
medicamentos. La vía parenteral se aplica con una inyectadora de vidrio, la
cual debe ser lavada adecuadamente con su respectiva aguja para ser usada
nuevamente.
Cuando
recibimos nuestro título de médicos nos dieron, entre otros obsequios, una
cajita metálica con varias jeringas de vidrio que aún conservo. Ese regalo
significa que somos médicos que cabalgamos entre dos épocas porque ya la
inyectadora plástica y desechable estaba haciendo su aparición en ambulatorios
y hospitales convirtiendo a la de vidrio en una verdadera pieza de museo o
souvenir.
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