ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.
UNERG.2010

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.
ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD.

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001
DERMATÓLOGOS.2001

PLACA DE RECONOCIMIENTO

PLACA DE RECONOCIMIENTO
X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

miércoles, 24 de noviembre de 2010

DR. CARLOS SEGUNDO MADERA

CARLOS SEGUNDO MADERA
Por: Edgardo Malaspina
Carlos Segundo Madera nació misión de Los Angeles en 1861. Ejerció la medicina como un verdaderoapostol. Compartió su profesión con el periodismo y la poesía. Fue amigo de Lazo Martí, este le dedicó el poema Hojas de Hiedra. El 8 de febrero de 1887 es designado profesor de inglés en el colegio. Fue muy querido y apreciado por su talento y gran calidad humana. Murió en Calabozo en 1927.

Angel Rafael Acosta dice: “El Doctor Carlos Segundo Madera nace en el año de 1861 y muere en Calabozo en 1927. Hijo de Urbano Madera y Mercedes de Madera, gente humilde y trabajadora. Su padre fue campesino y agricultor en la Misión de Arriba y hombre de recia formación llanera acostumbrado a las labores del campo en vegas y prados de su propiedad existentes para ese entonces en las costas del río Guárico. Madera resultó el más destacado de sus seis hermanos: Agapito, Ceferino, Manuel, Rosaura, Felícitas y Simona. Joven ingresa al Colegio Federal de Primera Categoría llamado “Guzmán Blanco” que existió en Calabozo en las décadas finales del siglo XIX bajo el rectorado, primero, del notable pedagogo Angel Moreno y Fernández y más tarde, de don Evaristo Fombona, abuelo de Rufino Blanco Fombona. Allí cursa sus estudios de Medicina hasta obtener el doctorado. Contemporáneo del poeta Francisco Lazo Martí y el periodista, abogado y tribuno Filiberto Rodríguez Motamayor, sus dos entrañables amigos, el doctor Madera cultivó asimismo, dentro de la cátedra y los estudios, la amistad y el compañerismo de José María y Francisco Carreño, de Arístides Landaeta, Rafael Parra y otras figuras que sobresalieron como profesionales y científicos.

Negro de pelo achicharronado, como se ve en la gráfica; caballero y ciudadano de altas virtudes; culto en el hablar y fino en la cortesía y el trato social, Carlos Segundo Madera, por las mismas cualidades humanísticas que le singularizaron en su vida de hombre y de científico, gozó de acendrado aprecio en la sociedad de su tiempo. Fue compadre de sacramentos de Filiberto Rodríguez Motamayor, de Vicente Viana Camacho, de José Rafael Viso, de los doctores Luis Ascanio García y Miguel A. Espinosa y del General Juan Andrés Acosta. El poeta Lazo Martí, además de honrarle con su amistad, le dedicó en vida varios de sus magistrales poemas. Llevó a la pila bautismal en Calabozo a Marco Aurelio Rodríguez, a Pedro Viana González, a Rafael Angel Viso Pittaluga, a José Ramón Ascanio Rodríguez, al Dr. Alfonso Espinosa y al que esto escribe. El doctor y general Roberto Vargas, hombre parco en el elogio de los mismos, ponderaba siempre los méritos del Doctor Madera diciendo que era un médico de piel negra pero que tenía el alma blanca. El pueblo calaboceño lo recuerda con cariño desde la época de la gripe española cuando el científico y el hombre se conjugaron en alma y corazón para socorrer a los enfermos con solicitud y humanidad víctimas de la tremenda epidemia.

Madera, el médico, el amigo y el compañero, lloró como el que más la muerte de Lazo Martí. Cuando el poeta, en el mismo año de su fallecimiento, regresa de Barinas a Calabozo y lo ve partir, dramáticamente deshecho por la enfermedad, rumbo a Caracas y Maiquetía en solicitud de alivios para sus graves quebrantos, exterioriza a persona de su intimidad los temores y la angustia que le embargan ante la deplorable salud del bardo llanero. En ese amargante trance sentimental, por la piel oscura del galeno calaboceño, rodaron a hurtillas encendidas lágrimas de dolor”.