CAPÍTULO VII
LA
PROMOCIÓN “JULIO DE ARMAS” (1954)
“Para ser buen médico, hay que pasar por la
vida estudiantil universitaria sintiendo y demostrando vocación por la carrera,
amor y contracción por el estudio, ejercitarse en la buena memoria, en el
espíritu de análisis y de síntesis, mostrar resistencia física y forjarse
principios de ética indeclinables...”
(Julio De
Armas)
El
26 de junio de 1954, en el auditorio del Colegio de Médicos del Distrito
Federal, se efectuó el acto de homenaje en honor a Julio De Armas. Los
estudiantes que culminaban sus estudios de medicina lo habían escogido para que la promoción llevara
su nombre.
Los bachilleres que en ese entonces se
graduaban en 1954 iniciaron su carrera
en 1948, por lo tanto, se formaron como galenos en tiempos cuando Julio De Armas
regentaba los destinos de la UCV. Eran 148 nuevos médicos,
que a decir de De Armas establecieron un diálogo que desbordaba el ritmo
acelerado al auscultar los pechos jóvenes para sentir el viejo latir del alma mater.
En su discurso De Armas se refirió a la
mística institucional, es decir al amor y vocación por la universidad; al
espíritu universitario o sensibilidad cada vez más inclinada al estudio; a la
fe de los profesores en su papel como ductores de las nuevas generaciones; a la
universidad como institución encargada de estudiar los problemas nacionales; y
al trabajo en equipo como expresión de coordinación y planificación para lograr
resultados completos y positivos.
Sobre la autonomía universitaria expresó que
ella es base sólida funcional de la institución; así como la política en la
universidad debe girar en torno al respeto de propios y extraños, con la
observancia de los principios básicos institucionales: la cultura, la formación
académica y la libertad del pensamiento exclusivamente científico. “(la
universidad) tiene función específica y definida. Es nuestro concepto de ayer,
de hoy y siempre, el que dentro del recinto, la militancia y el choque violento
de las pasiones políticas, lesionan sus sagrados intereses al tomarla como
reducto de luchas partidistas”. “La Universidad es un
templo donde todos debemos culto al estudio y a la unidad del espíritu y de la
sangre”.
Trató el tema de los estudiantes que se
acercan a la carrera de medicina sin una verdadera vocación profesional, por lo
que su desempeño es pobre mientras estudian y peor todavía luego de graduarse.
Resumió esa situación peculiar con palabras de Houssay: “Si un mal estudiante
es una carga presupuestal, un mal médico constituye un peligro.” Cito jocosamente a Nicolle, quien expresó que “el médico tiene
la suerte de que sus triunfos los ilumina el sol, pero sus faltas las oculta la
tierra”. Critico las especializaciones extremas de la medicina que en la
práctica son una desintegración de la misma “que aminoran cultura médica
general a los galenos”.
Definió la profesión médica como un
apostolado en el que no hay espacio para
los cómodos e indolentes con afán de lucro y ánimos de explotar el dolor ajeno.
El médico responsable, entonces, es un
eterno estudiante que absorbe los conocimientos del día, que atiende con
solícitos cuidados a sus pacientes, y
que observa la ética profesional constantemente.
Recomendó a sus ahijados dedicarse a la
investigación científica por ser un rico filón para explotar el éxito en el
estudio de muchas enfermedades de nuestra compleja patología tropical. Abonarse
en la cultura humanística teniendo en cuenta
la sentencia de Letamendi: “el que solo sabe de medicina, ni medicina
sabe”. Finalmente, recomendó seguir
cultivando la nobleza del gusto como expresión suprema de espíritus selectos.
El Dr. José Ramón López Gómez, quien intervino
en nombre de los graduandos, reconoció las virtudes de Julio De Armas como
Maestro y Rector. Sobre lo primero destacó sus cualidades docentes para
orientar a muchas generaciones médicas que han sabido extraer de su ciencia el
precioso caudal de los conocimientos clínicos y de su altruismo el alto sentir
humanitario de la ciencia hipocrática.
López
Gómez califica al Rector que
conoció como hombre recatado y sencillo, cumplido ciudadano respetuoso de la
dignidad humana, accesible a todos y para todos. “Haciendo gala de fina
intuición coordinadora en momentos de crisis en todos los órdenes sociales,
movió los resortes capaces de salvaguardar los intereses del movimiento
científico y cultural”. También habló JRLG
sobre el principio de
Autonomía Universitaria, defendido con
firmeza por Julio De Armas.
Por su parte, el Dr. Pedro Penzini Hernández
elogió al homenajeado como hombre de limpia, honesta y recta vida profesional.
En 1979 fueron celebradas las Bodas de Plata
de la Promoción Julio
De Armas en un hotel de Caraballeda. El Dr. Julio De Armas fue acompañado en el
presidio por algunos de sus ahijados, tales como los Dres. Amilcar Torrealba,
Arnaldo Gamboa, Alí Rivas, Francisco Herrera Luque, Félix Amarista y Alcides
Carrizo. Se entregaron diplomas y medallas como recordatorios. Los integrantes de la promoción evocaron momentos de sus vidas como estudiantes en la
vieja casona de San Francisco y en las edificaciones de los Chaguaramos.
También guardaron un minuto de silencio por los compañeros fallecidos.
El 9 de agosto de 1984 fue recordado el
XXX Aniversario de la Promoción Julio
De Armas en el Palacio de las Academias. Nuevamente, el Dr. José Ramón López
Gómez tomó la palabra para referirse a su Maestro, ahora Presidente de la Academia: “... Como médico pertenece a la estirpe de
Aguerrevere y de J.M Ruiz Rodríguez, acertado como clínico, ponderado en la
receta, humano en el decir. Como humanista es el hombre de la pluma ágil y
amena que nos deleita con sus artículos periodísticos y ensayos históricos,
como doctor universitario el haber logrado, entre otras realizaciones: la Escuela de Laboratoristas
Clínicos, el Instituto de Psicología y Psicotecnia, la reorganización y
traslado a Maracay de la
Facultad de Agronomía y Veterinaria, así como otros
importantes hechos de la vida universitaria...”
Luego JRLG nombró algunos de sus colegas
de promoción destacados en labores
médicas y científicas como: Simón Becker, Otto Hernández Piereti, Pedro Manrique Lander, Ibrahim González Urbaneja, José Luis García Zozaya, Rafael Villasana,
Modesto Rivero, Carmen Luisa Arocha, Luis Armando Contramaestre, Arnoldo
Gamboa, Juan Ricardo López, Clemente Valdirio, Antonio Briceño, Pedo González,
Diógenes Ron Troconis, Alcides Carrizo, Fernando Raimondi, Pedro Guzmán, Luz
Chompre, Armando Tremaria, Manuel Arellano, Ramón Fernández, Rafael
Barreto,Manuel Henríquez y Amilcar Torrealba. También cita a los sanitaristas y
gremialistas: Felipe Bello, Isidro Toro, José Pérez y Alberto Sira, Ali Rivas,
Raúl Valeri, Anibal Lairet, Efraín Bedolla y Francisco Godoy. La pléyade de
galenos es rematada con un “testigo excepcional, nuestro muy destacado
siquiatra y escritor, Francisco Herrera Luque”.